Viajar con niños: la experiencia

Una semana fuera de casa da mucho de sí.

Si, además, la mitad de los días no tienes internet, las posibilidades de conexión con el mundo exterior se reducen drásticamente. Así, ni nos enteramos (a tiempo) de la muerte de Javier Ortiz, ni de los avatares de la nueva gripe «aniquiladora», nos hemos perdido la semana de raca raca periodístico a cuenta del derby (jojojo) y también nos hemos perdido el duelo al sol.

Después de planificar concienzudamente el viaje, lógicamente, nos encontramos con varias sorpresas en el camino. La principal fue que no llovió, por lo que los paraguas y chubasqueros con que cargamos desde Vitoria no vieron la luz más que el primer día (y sólo durante el viaje). 

En realidad esto tampoco es una queja. Aunque, claro, si llego yo a saber que de lo planificado: 

Día 25- 9-14º Lluvia, Día 26- 8-13º Nubes y claros, Día 27-8-15º Lluvia, Día 28- 9-15º Lluvia, Día 29-8-16º Lluvia, Día 30- 10-18º Lluvia yDía 1- 10-19º Cubierto, pasamos a la realidad: 

Día 25- 9-16º Lluvia, Día 26- 8-18º Nubes y claros, Día 27-8-20º Nubes y claros, Día 28- 9-20º Nubes y claros, Día 29-8-23º Sol, Día 30- 10-23º Sol yDía 1- 10-27º Sol

Vamos, los chicos de Météo France se han cubierto de gloria…

Hemos hecho algún descubrimiento fascinante y es que a los niños les gustan los castillos porque tienen laberintos… 

Los laberintos son unos sitios con setos muy divertidos en donde uno sale corriendo dos metros por delante de papá y mamá y se pierde y luego no sabe volver y llora y grita. ¡Ah! ¡Qué divertidos son los laberintos-de-los-cojones!

A los niños tienen una particular forma de ver los monumentos, sean naturales o creados por el hombre.

Así, es muchísimo mas entretenido tirar piedras en la playa de ídem que contemplar una maravilla de la naturaleza. Y para muestra, un botón. Aunque, por otro lado, son fácilmente impresionables, así que también es fácil pedirles que miren a lo alto del acantilado y vean el barullo de gente (como de romería), o dar premios a diestro y siniestro al primero que encuentre a alguien vestido de rojo, verde, azul o el color que toque….

Fue divertido ver los escaparates de Brujas.

Las chocolaterías se disputaban entre ellas a ver quién ponía una teta más grande a la vista de la muchedumbre. Y mientras…. al otro lado de la acera….. 

Brujas es una ciudad belga a la que también se conoce como Venecia del Norte por sus canales. 

No fue una sorpresa para mí, pues es la segunda vez que iba, pero siempre impresiona ver cientos de bicicletas por todas partes, algunas tan útiles como esta: el modelo primavera-verano para sacar a pasear a los niños.

¿Alguien sabe dónde se venden las bicis así en España?

París…… ah, París.

Como es lógico, a los niños les apetecía más ver estatuas «de verdad», o soplar las velas de las tartas. Jo, hay que ver la de tartas que hay dentro de Nôtre Dame… y la de veces que hay que cantar el cumpleaños feliz…. 

Vamos, nunca se me hubiera ocurrido. Pero claro, hace años que dejé de ser niña (y qué bonito debe ser ver tartas por todas partes).

En cambio, algo permaneció inalterable en la Ciudad de la Luz….

Resumiendo: viajar con niños no sólo es posible sino recomendable. Se portan mucho mejor de lo que cabe esperar. Se aprende a conocerles (más aún). Se disfruta de ellos y con ellos como nunca.

Repetiremos.