Parece una ventana cualquiera pero no lo es. Detrás de ella había sueños… delante, un par de sauces en un jardín comunitario.
Está en un edificio de apartamentos en una urbanización de planta cuadrada. Las casas, adosadas, tienen dos pisos. En la parte delantera de la casa hay una ventana pequeña, la del dormitorio. La del salón da al jardín de la urbanización, un espacio de unos 50 metros cuadrados muy verde, con árboles y con tendencia a inundarse cuando llueve. En el suelo hay una rana marrón que trata de huir de nuestras pisadas y que delata estas inundaciones.
Los apartamentos son pequeños: tienen un dormitorio, una cocina americana de concepto abierto que se abre hacia el salón y un cuarto de baño.
Los pisos de abajo tienen porche. Se puede ver parte de la vida de sus habitantes por las pertenencias que tienen en el porche: bicicletas, materiales de bricolage o una mesa con unas sillas… Los pisos de arriba tienen una terraza.
En la puerta de uno de estos apartamentos hay señales de rozaduras y golpes. Son horizontales. Por ahí pasaba una silla de ruedas cada día, varias veces. Las marcas son cicatrices en la puerta.
Detrás de esta ventana, una mesa blanca con un portátil y unos pocos papeles.
Detrás de esta ventana había sueños. Hay que volver a soñarlos.
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