Sociedad tan frágil (o mierda de sociedad)

Llevo días hablando con gente al respecto de lo que nos está ocurriendo con el IPC, la dependencia energética, el desempleo, el retroceso que se vislumbra en materia de derechos laborales,… Pero aún no había visto todas esas reflexiones ordenadas y resumidas en ningún sitio. Hoy lo hace el profesor Antonio Rivera en un artíuclo titulado «Sociedad tan frágil» los diarios de VOCENTO. A mí más que frágil, me parece una mierda. En cualquier caso, con este señor siempre se aprende:

«Este artículo lo he escrito ya más veces. En cada ocasión en que una nevada, una perturbación natural o humana, una huelga del transporte como en este caso, interrumpen la llamada normalidad, comprobamos de sopetón lo extremadamente frágiles que son nuestras complejas sociedades contemporáneas. Soportadas sobre dogmas como la seguridad y la libertad de opción, todo se pone patas arriba en veinticuatro horas. En ese tiempo, en lo que tardaron en verse los efectos del primer día de la huelga de camiones, se ha extendido sobre la población el temor al desabastecimiento, se han modificado drásticamente los comportamientos cotidianos e incluso se ha alterado el ritmo productivo habitual. A mayor complejidad social, mayor dependencia y fragilidad. En cuanto falla un mecanismo, todo se viene abajo, como un pretencioso castillo de naipes.

La abundancia de medios informativos y la necesidad de llevarse una noticia a la boca fuerza a éstos a sobredimensionar los efectos de la anormalidad. Entrevistas radiofónicas extravagantes en la mañana del pasado lunes, con enviados especiales a la gasolinera de la esquina que entrevistaban a atónitos ciudadanos que sólo iban a echar gasolina, creaban la impresión de que tan preciado líquido iba a durar minutos. Con el conocido efecto ‘bola de nieve’, el ciudadano que escuchaba esa señal de alarma sobre algo inexistente o poco existente, marchaba raudo a la misma gasolinera a llenar su depósito. No vaya a ser que Otro tanto ha ocurrido en los supermercados y tiendas de alimentación. Los viejos recuerdos y fantasmas del desabastecimiento de hace medio siglo -el tiempo que llevamos sin tener que sobrevivir a catástrofes como una guerra- se activan y, sobre todo los mayores, acuden solícitos a proveerse en grandes cantidades de productos que no necesitan. El efecto, nuevamente, el problema de las existencias y esa pavorosa imagen de la estantería medio vacía que arrastra nuestra imaginación a tiempos y lugares que la mayoría, por suerte, no hemos conocido. Es el caos. (…)»

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http://www.elcorreodigital.com/alava/prensa/20080612/opinion/sociedad-fragil-20080612.html

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