Verano 2015, diario de a bordo

Viajar es la mejor experiencia que conozco. Enriquece, te hace crecer como persona tengas la edad que tengas, te ayuda a expandir tu mente, practicas idiomas, te enfrentas a situaciones que te sacan de tu rutina. Es maravilloso, sin peros.

Este verano, tras el inolvidable viaje del año pasado, he vuelto a Estados Unidos. Pero esta vez hemos ido todos, los cuatro. Hemos recorrido 5446 kilómetros por el este de Estados Unidos y Canadá. Hemos visto ciudades, hemos visto pueblos, hemos estado en playas, nos hemos bañado en lagos, cataratas, naturaleza a raudales, hemos conocido gente… hemos vivido una experiencia que recordaremos para siempre.

Día 1: Viaje Madrid-Nueva York (con escala en Boston)
Viajar con niños te hace ser precavido con un montón de cosas. Más si es un viaje internacional. Así que para evitar sorpresas, llegamos a Barajas con 3h de antelación. ADG, porque la incompetencia de Iberia casi hace que lleguemos tarde al embarque, tras hacernos guardar una cola que no era para vuelos a Estados Unidos. Además, perdimos el enlace en Boston, pero eso fue algo que ya tenía solucionado US Airways cuando llegamos y nos habían recolocado en el siguiente vuelo. Total, llegamos a NY a las 7 de la tarde, agotados, pero felices por estar allí.

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Día 2: Nueva York
Primer día en la gran manzana. Paseo por las inmediaciones del hotel (en la calle 29, entre la 5ª y la 6ª) y nos subimos a un bus turístico para hacernos una idea de lo que puede dar de sí la ciudad. Primer tour: Manhattan sur, Flatiron building, NoHo, SoHo, distrito financiero, World Trade Center y vuelta hacia el norte. Comemos por Times Square. Segundo tour: Manhattan norte. Nos bajamos del bus en Harlem y decidimos dar un paseo que nos lleva a meternos en Central Park, lo atravesamos y vamos andando hacia el Metropolitan Museum of Art. Terminamos el día en el Top of the Rock (efeller Center), viendo el sol ponerse sobre el Houston.

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Día 3: Nueva York
Nos compramos lo que ha sido la compra de las vacaciones: un palo selfie.
Todo el día en barquito, Estatua de la Libertad, Ellis Island (donde yo no visito el museo porque no puedo soportar la pena que me da). De vuelta a NY y, para terminar el día, hacemos el tour nocturno que nos lleva a Brooklyn.

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Día 4: Nueva York
Madrugón para ir a una misa gospel a Harlem. Vamos a la First Corinthian Baptist Church, donde nos recibe el ministro Aquarius vestido con vaqueros, deportivas y una camiseta de Obama. A partir de ahí, os lo podéis imaginar.
El resto del día, aprovechamos el autobús haciendo el tour de Brooklyn y de nuevo el de Manhattan sur, que ya nos sabemos casi de memoria. Por la tarde vamos hasta la ONU y volvemos viendo el Chrysler building, Central Station y la Biblioteca.

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Día 5: Nueva York
Subida al Empire State a primera hora, luego vamos al MoMA y al Museo de Historia Natural, con comida en Central Park y vuelta, paseando por la Columbus Avenue. 20 km de caminata en total, pero nos deja llenos de NY. Por la noche, volvemos a subir al Empire State y nos llenamos de ciudad. Para volver.

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Día 6: Nueva York – Irondequoit
A primera hora vamos a por el coche. Empieza el road trip. Diluvia pero san GPS logra sacarnos de la ciudad y de su atasco. Vamos hacia Niágara, pero por los lagos Finger. Pasamos por New Jersey y Pennsylvania y volvemos al estado de Nueva York. Ithaca, sede de la universidad de Cornell, y el lago Cayuga. No nos extrañó nada que Carl Sagan pasara de otras unis y se quedara allí. Maravilloso sitio. Cae la noche cuando llegamos al lago Ontario, ya estamos cerca. Buscamos hotel sobre la marcha por la zona.

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Día 7: Irondequoit – Niagara Falls
Madrugamos y salimos hacia Niágara. Vuelvo a entrar en Canadá por el Rainbow Bridge, 25 años después. Desde el puente ya se ve la nube de mist de la Horseshoe Fall (la canadiense) y se ve perfectamente la caída estadounidense. Lo flipo una vez más, los niños entusiasmados. Dejamos el coche en el hotel y nos vamos directamente al grano. Hacemos el Niagara’s Fury, el Whirlpool Aero Car, el White Water Walk y el Journey behind the falls. La otra vez había hecho la ruta por el lado de EEUU, así que todo es «nuevo». Vemos un double rainbow espectacular sobre la cascada canadiense.

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Día 8: Niagara Falls – Toronto
Madrugamos para ir al barquito Hornblower a primera hora antes de salir hacia Toronto y apenas encontramos cola, así que en media hora estamos listos para salir. Llegamos a Toronto al mediodía y comemos en el mismo hotel.

Los niños se van con su padre al zoo, que yo tengo cita con mi editor 🙂

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Día 9: Toronto
Amanece lloviendo, pero cuando llegamos a la Torre CN ya solo queda la humedad, paseo por downtown Toronto mañana y tarde. Quedamos de nuevo con mi editor, esta vez, toda la tropa. ¿Sabíais que Yonge Street es la calle más larga del mundo? Pues sí, mide exactamente 1.896 km, como lo oís.

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Día 10: Toronto – Sandbank – Kingston
Por recomendación de lugareño, vamos a la isla de Prince Edward, al parque de Sandbank, a la playa. Impresiona (otra vez) ver las olas en el lago Ontario. La playa está bastante llena de gente pero nos hacemos un huequecito y disfrutamos del día. Salimos hacia Kingston, puerta de las Thousand Islands, donde compramos los tickets para hacer el crucero al día siguiente.

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Día 11: Thousand Islands – Montreal
El crucero nos lleva toda la mañana pero es muy muy muy impresionante, y eso que no vemos ni la mitad de lo que hay. Islitas, islotes con unas mansiones de alucinar… algunas hasta con hidroavión aparcado en el muelle.
Por la tarde salimos hacia Montreal y cenamos en un restaurante donde nos atiende Ainhoa, una camarera de Donosti que estudia Bellas Artes en México y que se ha ido en verano a sacarse unas perrillas y conocer mundo.
La parte vieja de Montreal es una preciosidad.

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Día 12: Montreal – Québec
Estadio olímpico y parada técnica a comprar unas sandalias (que las anteriores las dejé en Toronto) antes de salir hacia Québec. El hotel está en la falda del Monte Santa Ana y son unas casitas que nos hacen acordarnos de la canción de Parchís. Dedicamos la tarde a hacer la colada y vamos a Québec caída la noche. Es una ciudad de cuento, callejas, el castillo de Frontenac… y la iluminación nocturna le beneficia. De camino al hotel atropellamos a una mofeta que estaba ya atropellada en medio de la carretera. ¿Que por qué sabemos que era una mofeta? Bueno, buscad en google cómo huele una mofeta… pues por eso 😀

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Día 13: Québec
Aparcamos… ¡en el castillo! que resulta que es un hotel, así que del parking se sale por el hotel. Dedicamos el día a recorrer la ciudad, montamos en el funicular (me recuerda todo mucho a Lisboa), nos comemos unos helados buenísimos y nos vamos a cenar al hotel para dejar preparadas las maletas, que tenemos cabalgada al día siguiente.

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Día 14: Québec – Saco
Volvemos a cruzar la frontera, pero como ya habíamos hecho inmigración al llegar, son hasta majos. Tengo la sensación de estar hablando con la poli maja de Fargo (la de la peli, bueno, la de la serie también es maja). Desde que sales de Québec hasta que llegas al mar después de atravesar buena parte de la provincia de Québec y el estado entero de Maine, todo es bosque. Frondoso. Con anuncios cada poco de que cuidadín, que te puede salir un alce de cualquier curva. Llegamos a Saco a media tarde, dejamos las maletas en el Motel y nos vamos a dar un garbeo y cenamos bogavante en un garito cerca del hotel. Ñam.

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Día 15: Saco
Saco es un pueblo maravilloso, con casitas victorianas y unos jardines de locura, pero el día amanece con una niebla espesa y un calor húmedo del horror. Nos pillamos los bártulos de playa (por si acaso) y nos vamos de ruta a ver faros. Cape Neddick y Nubble Lighthouse, Portland Head Light y Pemaquid Point. Son como en los cuadros, como en las fotos. Parecen casitas de juguete. Una pasada. Volvemos a cenar bogavante, claro.

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Día 16: Saco – Stockbridge – En ruta
De nuevo en ruta, diluvia, al museo de Norman Rockwell en Massachussetts. Cuando llegamos ya no llueve, pero nos ha caído la del pulpo por el camino. El museo es la que fue su casa familiar y están TODOS sus cuadros más famosos menos dos o tres, que están en la ONU, en la NASA y un par de ellos en colecciones particulares. Maravilloso. Nos encantó a los cuatro. Decidimos sobre la marcha no quedarnos por la zona a dormir y hacer toda la ruta que podamos hacia Washington, pero antes paramos en Woodstock, que está muy cerquita.

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Día 17: Washington
Hicimos noche una vez que los doce carriles por sentido que circunvalan Nueva York se convirtieron de nuevo en seis. La New Jersey Turnpike es un dolor de carretera y está atascadísima así que elegimos ruta alternativa y llegamos a Washington a la hora de comer. El hotel es una pasada y está al ladito del meollo. Así que dejamos las maletas y nos vamos al meollo. En Washington todo está alineado, así, el Capitolio, el monumento a Washington, el de la segunda guerra mundial, el estanque (que sale en todas las pelis), el monumento a Lincoln y Arlington están en línea. A los lados, la Casa Blanca y el Jefferson Memorial. Lo vemos todo. Con los niños nos reímos mucho (por lo bajini, claro) en el memorial de la guerra del Vietnam, porque algunos de los nombres de los soldados son inenarrables: Jabonillo Mamón o K. Britton.

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Día 18: Washington
Vamos a Arlington, esta vez, a hacer un tour que nos lleva toda la mañana y luego volvemos hacia el centro de la ciudad para ir al Smithsonian. Vemos el museo del aire y el espacio, que tiene dentro réplicas de aviones y cohetes, algún módulo lunar, misiles… entretenido. Nos pegamos un homenaje en un restaurante bastante majo y nos sale a saludar hasta el chef.

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Día 19: Washington – NY – Madrid
Madrugón. Hay que llegar a Nueva York y no podemos permitirnos llegar tarde a devolver el coche. Tanto madrugamos que llegamos a Nueva York a mediodía, con tiempo de sobra para comer y dar un voltio por Manhattan antes de devolverlo. Comemos en Tribeca, siguiendo una recomendación de Foursquare y no nos equivocamos. Cuando voy a hacer el check-in pertinente en Swarm, me posiciona en el edificio de los Cazafantasmas! Uy, pero si es el que tenemos enfrente! Mira, de casualidad, pero una casualidad chula. Nos pegamos un par de voltios más con el coche escuchando a Irene Cara y Carly Simon y entregamos el coche. Salimos en un Uber al aeropuerto. La vuelta estupenda también.

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Fin.

Volveré.

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