El 13 de mayo y el colchón

Hoy se cumplen 7 años de aquel fatídico 13 de mayo de 2001, del que tanto aprendimos algunos y del que tan poco aprendieron otros. Y a los hechos me remito: creo honestamente que el PSE-EE emprendió un nuevo rumbo desde aquella fecha, entendiendo el mensaje de entendimiento entre diferentes que nos lanzó la sociedad; tan honestamente como creo que Ibarretxe, no solo no entendió el mensaje de la ciudadanía, sino que pensó que los 604.000 votos que obtuvo su coalición le pertenecían.

Han pasado 7 años, pero algunas cosas no cambian. Hay quienes no se lo creían, pero se le veía venir de lejos. El Lehendakari apuesta, por enésima vez, por el choque de trenes, por el enfrentamiento entre identidades. Apuesta porque no nos entendamos entre abertzales y autonomistas. No es nuevo, porque sencillamente lleva 10 años remando en contra de la transversalidad.

Lo que ocurre es que en esta ocasión no le va a salir. Por qué? Para responderlo, le cedo la palabra a Alberto Surio, quien lo definió ayer en el Diario Vasco de forma, a mi parecer, magistral:

<«No es una pared, es como un colchón». Un cuadro del tripartito sintetizaba ayer con este símil el papel desempeñado por el presidente Zapatero en Barakaldo. Un colchón que amortigua el ‘pelotazo’ que le enviaba esta semana el lehendakari Juan José Ibarretxe bajo el formato de una propuesta sobre el derecho a decidir abierta a la negociación. Ya se sabe que no es lo mismo que el ‘pelotazo’ rebote con fuerza en la pared dura de piedra de un frontón, y que obliga a seguir el juego, a que pierda bruscamente velocidad al chocar contra un tejido blando, más mullido. Y es que el líder socialista sabe que templar el juego y evitar a veces entrar al trapo forma parte de una deliberada estrategia de no agresión y desgaste del adversario. Dos no chocan si uno no quiere.>

 

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