Vaticano, tradiciones y condón

El sexo forma parte de la propia esencia de los humanos. Somos seres sexuales. Y es lógico: el sexo produce placer. Y a los humanos nos gusta el placer.

Descubrimos nuestra sexualidad siendo bebés y la vamos desarrollando hasta nuestra muerte. A los bebés y niños pequeños les gusta tocarse «sus partes» porque les da placer. Los adolescentes van un paso más allá. Los adultos seguimos descubriéndonos día a día.

En el mundo occidental (cristiano) hasta hace unas décadas, lo bien visto socialmente era mantenerse virgen hasta el matrimonio, claro que los matrimonios sucedían en la postadolescencia. Nos casábamos rondando los 18 años. Esta edad, coincide con la edad (cada vez menos) habitual de mantener relaciones sexuales completas. Y, evidentemente, no era infrecuente que los cónyuges (sobre todo las mujeres) llegáramos a la boda «inmaculadas».

En las sociedades más desarrolladas, la tendencia ya no es así. Las mujeres nos formamos igual que los hombres. Ir a la universidad implica estudiar hasta los veintitantos. Ya no es tan sencillo encontrar un trabajo para poder mantenerse o mantener una familia. Por no hablar de acceder a una vivienda… Y, lógicamente, hormonalmente, físicamente, nuestros cuerpos nos piden lo mismo a las mismas edades que lo hacían hace un siglo.

Lógicamente, ha influído el control de la natalidad. Desde que existen sistemas anticonceptivos fiables y los humanos tenemos un control sobre nuestra concepción, ya sea con píldoras anticonceptivas, con preservativos, con hormonas o con lo que sea, hemos dejado de preocuparnos por «ese pequeño inconveniente».

Pretender llegar virgen al matrimonio hoy es tan utópico que no lo consiguen ni los que lo predican

Esto nos lleva, directamente, al número de parejas sexuales que tenemos. 

Si yo me acuesto con tres personas, cada una de las cuales se ha acostado con otras tres, que, a su vez se han acostado con otras tres … nos da la cifra de 48. Si seguimos multiplicando, las cifras se suman en progresión geométrica.

Las enfermedades de transmisión sexual han existido siempre: sífilis, gonorrea, clamidia… Son viejos conocidos de la humanidad. Hoy, en occidente están bajo control. Y lo están por los avances científicos, aunque, como en el caso de la sífilis, la enfermedad es crónica.

También existe el SIDA. El SIDA no es sólo una ETS. Se puede contagiar intercambiando fluído sanguíneo: transfusiones, compartir jeringuillas, material sanitario no esterilizado correctamente…

El SIDA ha dejado de ser una enfermedad mortal en occidente y se ha convertido en crónica gracias a costosísimos tratamientos farmacológicos. Pero sigue matando a millones de personas en aquellas partes del mundo donde no tienen medios para controlar la enfermedad, o sea, dos tercios de la humanidad viven con la espada de Damocles sobre sus cabezas.

Frente a las ETS (incluyendo el SIDA), el preservativo es el método de anticoncepción de barrera que se ha mostrado como más eficaz; precisamente por ser una barrera: evita el paso del semen masculino y el intercambio de fluídos genitales se minimiza.

Dicen algunos detractores de este método que no es seguro 100% y que las estadísticas muestran que se rompe. Bueno, las niñas que van a que les den la píldora del día después no tienen más remedio que decir que se les ha roto el condón… si dicen la verdad (que lo estaban haciendo a pelo) les echarían una bronca, como es lógico. Vamos, que esta estadística es tan fiable como las predicciones meteorológicas de hace cuarenta años… Después de 17 años de vida sexual, jamás se me ha roto un condón y a mí no me ha preguntado nadie nunca…

Dicen otros detractores que la protección contra las ETS no es del 100%. Claro, que nos lo presentan en contraposición a unos valores morales más que cuestionables basados en una tradición falaz.

Esta tradición mitológica nos habla de familia y fidelidad. ¿Cuándo ha existido tal fidelidad? No digo que todo el mundo sea infiel, claro está, pero ¿existe esta fidelidad «tradicional»? ¿ha existido alguna vez o es como el misterio de la Atlántida? Vamos, que tan tradicional es la fidelidad como lo es la infidelidad.

Allá cada cual con sus principios. Si alguien quiere permanecer célibe y virgen su vida entera me parece estupendo (raro, pero estupendo). Si alguien quiere pasar el día entero de flor en flor, maravilloso… Porque ni los unos ni los otros me hacen mal a mí.

Puedo aceptar que el preservativo no protege al 100%, pero es el único método que se ha demostrado eficaz en la lucha contra las ETS. Sin embargo, predicar fuera de la realidad tiene un peligro y es que se ponen en riesgo vidas incautas.

Y no me voy a meter en la hipocresía de las ocultaciones de historias sexuales escabrosas de la iglesia católica, o en que las inversiones vaticanas (ahhh, el dinero) se depositen en lugares contrarios a su doctrinaEsto lo dejo a modo de meditación.

  5 comments for “Vaticano, tradiciones y condón

  1. Isa
    30 marzo 2009 at 18:51

    Muy bueno el post.
    Alto, clarito, argumentado…
    Quien quiera hacer lo que quiera con su vida, que lo haga.
    Pero que no quieran imponernos su modelo de vida.

  2. 29 marzo 2009 at 20:58

    Los misioneros son los que muchas veces reparten los condones… bastante más cercanos a la realidad con la que conviven que sus jefes…

  3. viejocon
    29 marzo 2009 at 20:55

    ¡Mira que son tontos estos negros e indios! D. Manuel Ortiz, culto y preparado, toda una vida entre ellos fundando hospitales y escuelas. Pues nada, ellos a seguir a los ignorantes de los misioneros que no hacen más que aumentar su dolor e ignorancia.

  4. Paquita
    28 marzo 2009 at 15:48

    Estupendo post.
    La prestigiosa revista médica The Lancet, ha pedido al Papa que se retracte de sus declaraciones sobre el preservativo.
    Como tu bien dices estas declaraciones de una persona tan relevante y más en el medio donde lo ha hecho en uno de los puntos geograficos más castigado, por enfermedades y por una natalidad descontrolada, puede hacer mucho daño.
    Esta Iglesia nos quiere tener atados y bien atados para ellos tener poder, es lo único que persiguen, poder.

    Un abrazo.

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