Cómo convertir un niño en un orco

niño orcoTodos conocemos a algún niño-orco. Un niño-orco es un niño que se ha pasado de vueltas, que le pasa por encima de la chepa a sus padres, familiares y otras personas… ¿Os suena, verdad?

La educación de los niños se fragua a fuego lento, como la de los orcos. Un niño nace, se le mima todo lo posible durante sus primeros meses y luego hay que empezar poco a poco a meterlo en vereda. Meterlo en vereda implica un trabajo ímprobo para sus padres y es cansado: horarios para acostarse, llantinas por chorradas que no se consienten, en fin… esas cosas…

Pero hablamos de niños-orco, así que si queréis saber qué pasos seguir para tener uno, aquí os dejo la receta:

Ingredientes:
Un niño
Unos padres consentidores
Elaboración:
Desde que nacen hasta que se van de casa. Así que lo primero que hay que hacer es coger al niño recién nacido y empezar a consentirle. Todo, sin medida.
¿Que te muerde? Unos mimitos, no vaya a ser que se traumatice del susto.
¿Que pega a sus hermanos? Más mimos, un premio, incluso. ¿Que se quiere dormir a la hora que le sale de ahí? Pues nada, «que se duerma cuando quiera, ya sabe lo que necesita dormir»… ¿Que quiere un móvil? Un móvil ¿Una consola? ¿Otra? Allá que van. ¿Que sólo come croquetas? «Ya comerá verduras»… ¿Que le apetecen chuches un cuarto de hora antes de cenar? No hay problema: «no comer por haber comido»… ¿Que no le apetece dar un beso a su abuela cuando tiene 4 años? No pasa nada, «es que no le apetece», «los niños es que tienen que hacer lo que les apetezca»… ¿Que no se despide? «Ay, cómo son estos niños»…

Así se conseguirá, con efectos sorprendentes desde el primer momento, que el niño o niña se conviertan en seres poseídos, llamando la atención donde quiera que vayan: serán la atracción del lugar de veraneo, del supermercado, del colegio, del bar, tus amigos y familiares no te lo dirán (porque son discretos) pero en secreto hablarán de tu niño-orco y le compararán con infantes de cabeza giratoria, como en El Exorcista.

Uno cría un niño-orco creyendo que tendrá control sobre él… y para cuando se quiere dar cuenta, el niño-orco le arranca la cabeza y uno sabe que es por su culpa.

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